¿Esta tan orgulloso de sus
logros o sus posesiones que no puede ayudar sino vanagloriarse de ellos?
La jactancia implica que su
buena fortuna es un resultado de sus propios esfuerzos. ¿Ha olvidado que todo
lo que tiene vino de Dios? El rey Nabucodonosor lo hizo. Un día, mientras
paseaba por tejado de su palacio, tuvo una conversación consigo mismo que
cambiaría el resto de su vida.
“…habló el rey y dijo:
¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de
mí poder, y para gloria de mí majestad?”
(Daniel 4:30)
Las escrituras nos dicen que
Dios interrumpió el momento de orgullo
de Nabucodonosor y de declaró que ¡perdería su reino de manera inmediata! Fue
sacado del palacio y forzado a vivir como un marginado común. Su pelo creció
como las plumas de águila y sus uñas como las garras de un ave. Incluso llegó a
estar enfermo de la mente. No fue hasta que reconoció a Dios como el soberano que
el Señor le devolvió su sanidad y lo
restauró en el reino. Escuche su testimonio:
“Más al fin del tiempo
yo Nabucodonosor alce mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta; y bendije
al Altísimo, y alabé y glorifique al que
vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las
edades. Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército
del cielo, y en los habitantes de la tierra,
y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces? (Daniel 4:34-35)
Debemos aprender a tomar de
forma consciente el asiento trasero cuando el orgullo grite por obtener la fila delantera. Estudie en la Biblia el
destino de los hombres orgullosos. Medite en las Escrituras que tratan sobre la
humildad y el orgullo. He puesto en un cuadro
el pasaje siguiente y lo mantengo
alcance de mi vista en mí oficina.
“Porque ¿Quién te
distingue? ¿o qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿Por qué te
glorias como si no lo hubieras recibido?
(1 Corintios 4:7)
Cualquiera de las habilidades o talentos que Dios te ha dado, son para su gloria. Aprende a tomar las alabanzas con calma. Si tú popularidad se incrementa, no seas intoxicado pos las distinciones. Recuerda los elogios son como el perfume. Si lo consumes, te puede matar.
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