domingo, 24 de noviembre de 2013

TRES COSAS DEBEN AYUDARLE A USTED A ESTAR A SOLAS CON DIOS



Usted debe hacer todo lo físicamente posible para apartarse y estar a solas con Dios. Es difícil orar con todo el corazón delante de otras personas, y casi imposible elevar una oración no afectada en un culto de la iglesia. Uno puede evitar  el estar consciente  de lo que le rodea, de manera particular de las personas que nos oyen.
La primera es la soledad física.
 
Aléjese   de la gente  y de las cosas. Muchas veces usted tendrá  que irse  a otro cuarto, bajar las cortinas, y cerrar la puerta a fin de encontrar quietud para la meditación. Si usted tiene la tentación de mirar alrededor, hunda su cabeza en una almohada. Tápese los oídos con algodón. Al aislarse del sonido y de la vista usted descubrirá que es más fácil estar a solas con Dios. 

En segundo lugar tenga el mismo sitio para orar todo el tiempo.
Selecciones una silla, una esquina de la cama, cierto lugar en el cuarto, y póngase en una postura cómoda. No hay piedad “piedad” en estar una postura incomoda cunado se ora. Valla al mismo lugar, a la misma hora, y póngase en la misma postura todos los días, y la oración llegará a ser un hábito agradable y difícil de quebrantar. La tenacidad es muy necesaria.

Tercero, antes de que usted comience a hablar con Dios, ya sea de manera audible en su corazón, relaje sus músculos por un momento.
No se apresure ante la presencia de Dios.  Respire profundamente unas cuantas veces. Permita que su mente esté quieta  y su cuerpo descansado. Esperé un momento para que pueda conocer conscientemente la presencia de Aquel que dijo: “Esta quieto, y conoce que yo soy Dios” (Salmos 46:10)

El Espíritu de Dios nos mueve sobre aguas tranquilas. Estad quieto delante de él. Estad a solas con él  y conoced la realidad de su presencia. Ahora estamos listos para orar.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

¿HA OLVIDADO QUE TODO LO QUE TIENE VINO DE DIOS?

¿Esta tan orgulloso de sus logros o sus posesiones que no puede ayudar sino vanagloriarse  de ellos?

La jactancia implica que su buena fortuna es un resultado de sus propios esfuerzos. ¿Ha olvidado que todo lo que tiene vino de Dios? El rey Nabucodonosor lo hizo. Un día, mientras paseaba por tejado de su palacio, tuvo una conversación consigo mismo que cambiaría el resto de su vida.

“…habló el rey y dijo: ¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mí poder, y para gloria de mí majestad?”  (Daniel 4:30)

Las escrituras nos dicen que Dios interrumpió  el momento de orgullo de Nabucodonosor y de declaró que ¡perdería su reino de manera inmediata! Fue sacado del palacio y forzado a vivir como un marginado común. Su pelo creció como las plumas de águila y sus uñas como las garras de un ave. Incluso llegó a estar enfermo de la mente. No fue hasta que reconoció a Dios como el soberano que el Señor le devolvió su sanidad  y lo restauró en el reino. Escuche su testimonio:

“Más al fin del tiempo yo Nabucodonosor alce mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta; y bendije al Altísimo, y alabé  y glorifique al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades.  Todos los habitantes de la tierra  son considerados  como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra,  y no hay quien  detenga  su mano, y le diga: ¿Qué haces?  (Daniel 4:34-35)

Debemos aprender a tomar de forma consciente el asiento trasero cuando el orgullo grite por obtener  la fila delantera. Estudie en la Biblia el destino de los hombres orgullosos. Medite en las Escrituras que tratan sobre la humildad y el orgullo. He puesto en un cuadro  el pasaje  siguiente  y lo mantengo  alcance de mi vista en mí oficina.

“Porque ¿Quién te distingue? ¿o qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿Por qué te glorias  como si no lo hubieras recibido?  (1 Corintios 4:7)



Cualquiera de las habilidades o talentos que Dios te ha dado, son para su gloria. Aprende  a tomar las alabanzas con calma. Si tú popularidad se incrementa, no seas intoxicado pos las distinciones. Recuerda los elogios son como el perfume. Si lo consumes, te puede matar.

viernes, 1 de noviembre de 2013

LA CONVERSACIÓN DE UN SIERVO

En Mateo 12:34 el Señor Jesucristo dice: “Porque de la abundancia del corazón habla la boca”. Lo que sale por la boca revela lo que hay en el corazón  de la persona. Por eso el Señor Jesucristo enfatiza: “Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás  condenado” (Mateo 12:37).

Efesios 4: 25 nos dice cómo debe ser nuestra conversación: “Desechando la mentira”. Un siervo del Señor Jesucristo  nunca debiera  decir ninguna cosa que sea falsa. No debiera hablar por ambos lados de la boca: diciendo una cosa a una persona y otra muy distinta a otra. El apóstol Pablo dice: “Habla la verdad cada uno con su prójimo” (Efesios 4:25). La credibilidad del líder queda destruida cuando las personas descubren la  mentira.

Efesios 4:29 dice: “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca”. La manera de hablar del creyente cristiano nunca debería ser menos que pura. Es vergonzoso  es cuchar a alguien que a firma servir a Jesucristo decir palabras impías. Eso revela un corazón sucio. No hay lugar en la vida cristiana  para la comunicación corrompida o sucia. La conversación que glorifica a Dios es la “que es buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracias a los oyentes” (Efesios 4:29